Es curioso cómo funciona el proceso creativo. Llevo dos horas aquí sentada tratando de escribirte esta carta, sabiendo exactamente lo que te quiero contar, pero sin ser capaz de empezar. Otras veces me siento sin tener ni idea de lo que te quiero contar y, en cuanto se acercan al teclado, mis dedos cobran vida propia y empiezan a escribirte cosas asombrosas.
Con el tiempo, he llegado a aceptar que ambos procesos forman parte intrínseca del pulso artístico. Uno lleva al otro y el otro, al uno. Cuando la escritura fluye sin esfuerzo es gracias a los momentos previos de esfuerzo sin fluidez a los que, inevitablemente, regresa.
Así funciona la escritura: se construye en el precario equilibrio que existe entre pulsaciones opuestas. Así funciona el Universo: existe solo en el espacio que generan los opuestos bailando entre ellos y la vida florece donde a cada uno se le da el espacio para mostrar sus pasos. Todo es útil y todo tiene su momento. Ha sido todo este tiempo de no-escritura (que antes habría considerado perdido y ahora considero tan útil como el barbecho) lo que me ha traído al final la manera perfecta de empezar el texto, porque justamente te quería hablar de esto: de las pulsaciones, del baile entre opuestos, del equilibrio que se construye en constante movimiento, de la templanza, de spanda, y de lo que pasa cuando negamos la existencia de uno de los platos de la balanza.
Claro que, para llegar a esto, que ahora te cuento como si fuese sabia, me ha tenido que cagar una paloma en la mano y el teclado mientras no-escribía desesperada en la terraza (tras no-escribir en el escritorio, en el suelo, en la cama y en la mesa del comedor). Entre el asco y el susto, el limpiarme y el regar con alcohol mi mano y el ordenador, esta carta se empezó a escribir sola en mi cabeza, en el momento más inesperado.
La creación, la escritura, no surgió de mi puro deseo y acción, sino de haber dejado espacio a la frustración, al pánico al folio en blanco, a la desesperación de sentir que me ahogaban esas palabras que no conseguía ordenar y sacar de mi garganta y hasta de la pésima elección de sentarme justo por donde pasaba la paloma con ganas de defecar.
Ayer me salió la Templanza como carta de la semana y a mí enseguida me puso a pensar en el concepto tántrico de spanda.
No hay luz sin oscuridad
En la carta de la Templanza vemos a un ángel con una copa en cada mano, transfiriendo líquido de una a otra. Con este gesto, nos invita a considerar una situación desde todos sus ángulos, hacer espacio a todas las emociones o necesidades opuestas que esta nos genera y actuar teniendo en cuenta todas ellas. El ángel ha recorrido suficiente camino como para entender que nada bueno llega de negar aquello que nos desagrada o que no encaja con nuestra narrativa interna y busca el equilibrio integrando los opuestos.
De la misma manera, esta realidad nuestra se construye a través de un baile constante entre conceptos contrarios. Un latir que marca el ritmo de nuestra existencia sin que nos demos cuenta: la noche se sucede una y otra vez al día, la inhalación a la exhalación, la contracción a la expansión. En la filosofía tántrica, este latir se denomina spanda y es considerado intrínseco a la vida. Es el movimiento que origina y sostiene el universo.
Lo aceptamos con naturalidad. Sabemos que aunque, nos dé miedo la oscuridad, no podemos evitar que se ponga el sol y que la inhalación no puede existir sin la exhalación.
Sin embargo, a nivel personal (olvidando que nos regimos por las mismas reglas cósmicas), tendemos a creer que podemos obviar todo aquello que no nos interesa.
Entonces negamos la rabia, negamos el dolor, negamos la envidia, negamos todo aquello que nos han y nos hemos dicho que nos hace menos merecedores de amor. Negamos el deseo que no encaja en el molde que nos vendieron. Negamos la frustración, el fracaso y hasta los sueños que creemos que nos harán parecer ridículos a ojos de los demás. Negamos nuestro cinismo, nuestro egoísmo y cualquier cosa que parezca una debilidad.
Clasificamos nuestras emociones y pensamientos en bueno o malo y, todo lo que consideramos parte del segundo grupo, tratamos de meterlo en un saco y dejarlo bien escondido y cerrado para que nadie, ni siquiera nosotros, lo vea. Pero la vida siempre tiende al equilibrio y sabe que todo es igual de necesario, entonces va alimentando a todo aquello que has metido en el saco para que crezca, gane fuerza y así, por fin, lo veas. Así se va conformando lo que Jung bautizó como sombra. Y cuanto más tratamos de ignorarla, más fuerte se hace. Al principio, podemos verla deslizarse en nuestra mente consciente de manera sutil, en forma de lapsos, pensamientos fugaces, reacciones un poco exageradas… pero, si la seguimos, negando empezará a mostrarse de manera cada vez más violenta.
Todos estamos conformados en la misma medida por luz y oscuridad.
Spanda nos recuerda que todo lo está, que el pulso del Universo late gracias a la existencia de los opuestos.
La Templanza nos invita a coger ambas copas con la misma gracia e integrarlas a través del movimiento, honrando todo aquello que está en nosotras: lo consciente y lo inconsciente, lo oscuro y lo luminoso.
🗣 ¿Das espacio a tu sombra para que se exprese? ¿O te cuesta escuchar lo que tienen para decirte las emociones incómodas?
Cositas para nutrir el alma
📚 Encuentros con la sombra, varios autores. Esta semana he retomado la lectura de este libro al que vuelvo cada tanto. Con textos y ensayos de Jung, Campbell, Scott Peck, von Franz y otros muchos autores y psicoanalistas junguianos, este libro es una magnífica manera de adentrarse en el concepto de la sombra y aprender diferentes herramientas para relacionarse con ella.
👁 Efectos secundarios. Esta serie de animación nos plantea la existencia de un hongo capaz de curar todas las enfermedades del mundo. Ultimamente me da mucha pereza ver series, pero hice una excepción con esta al ver que eran solo diez capítulos de apenas veinte minutos y ha merecido mucho la pena. Me ha gustado mucho como está planteado el personaje de Frances, ya que creo que honra sus luces y sus sombras. Además, me ha hecho pensar mucho, más allá de las cuestiones más obvias, qué pasaría si algo así existiera.
👂En bucle con esta lista de clásicos de música francesa del siglo pasado. El autoplay de YouTube ha hecho magia y me ha traído de manera muy aleatoria (estaba escuchando Las Grecas) a esta compilación de cantautoras francesas que me transmite una alegría de vivir muy en sintonía con mi humor de estos días. ¿No te llena de vidilla, dignidad y alegría?
¡Te abrazo bailando al ritmo de Les Champs Elysees (en la lista)!
Feliz fin de semana, querida.
Alba SL