¡Buenos días, querido/a! ¿Cómo empiezas el mes de mayo?
A mí estas últimas semanas me ha costado coger el ritmo con el nuevo trabajo, las clases de yoga, el cambio de hora y un cansancio crónico que quiero achacar a la astenia primaveral y que ya se comienza a pasar. Como consecuencia de todo eso y mis varios bloqueos mentales, llevo más de un mes sin enviarte una carta y ni siquiera me había dado cuenta hasta ahora, cuando vi la fecha de la última.
El otro día cayó una lluvia preciosa en Barcelona, una de esas que no caían hace años. Intensa, ruidosa, con gotas gordas que rebotan en el alféizar de la ventana, sin parar durante muchas horas. Casi todo el día llovió sin parar. No recordaba un día así en esta ciudad. La parte gallega de mi alma se sintió en casa. Yo estaba de guardia, pero no me llamaron. Hacía un día precioso para escribir y pensé en coger el ordenador y ponerme al día con substack. Pero también hacía un día precioso para pintar. Y venció el deseo de sacar las acuarelas que llevaba meses sin usar.
Preparé todo en la mesa del salón, encarada hacia la ventana para poder perder mi mirada en la lluvia tanto como lo necesitara: el papel, las acuarelas, los pinceles, un paño, dos tarros con agua y el ordenador, porque todavía estoy en fase de copiar dibujos y seguir tutoriales. Estuve un rato experimentando con los pinceles, el agua y los colores, recordando, observando, antes de lanzarme a pintar unas flores.
La acuarela es una técnica muy curiosa, en la que influyen otros elementos tanto como tu mano y es importante conocerlos, aceptarlos y no intentar controlarlo todo. Mientras pintaba no podía dejar de pensar en como se parece pintar con acuarela a la vida.
Cuando pintas con acuarela, estás trabajando con agua y, dependiendo de cuanta utilices los resultados serán radicalmente diferentes. A más agua, menos control tendrás sobre el resultado final. Pero podrás conseguir efectos que con poca agua es imposible. La virtud, como siempre, está en el término medio. Hay que usar una cantidad de agua suficiente para que el color fluya y tenga vida, pero no tanta que encharques el papel y el color se vaya hacia el lado opuesto de donde tú lo has echado. Pero para saber cuál es la cantidad de agua adecuada, tendrás que conocer tu pincel, tu pintura, tu papel y hasta el tiempo, ya que no es lo mismo si el ambiente está cargado de humedad que si pintas bajo un sol abrasador en un clima desértico.
(Recuerdo un día el verano pasado en que se me ocurrió llevarme las acuarelas a una playa en Egipto y acabé bastante frustrada porque el papel secaba más rápido de lo que tardaba yo en acercar el pincel a él. Aquellas condiciones climatológicas requerían una habilidad y una velocidad de la que yo carecía.)
Y luego está el otro tiempo. El tiempo que es necesario para que la acuarela vaya mostrando el resultado final. Porque una cosa es lo que ves en el papel cuando acabas de pintar y otra es lo que verás cuando termine de secar. La paciencia, la confianza y saber cuando parar, son virtudes que la acuarela te hará desarrollar.
Entonces, ¿por qué digo que la acuarela es como la vida?
Por un lado, el agua. El agua me habla de la necesidad de control. Si tratas de controlarlo todo (poca agua), tus trazos serán secos, duros, limitados y no estarás sacando a relucir el verdadero potencial de la acuarela. Por otro lado, si te dejas fluir demasiado, puedes acabar perdiendo completamente el control de hacia donde quieres ir. Pero si encuentras el equilibrio, entre fluir y ser capaz de mantener un poco la dirección, la pintura o la vida, serán capaces de mostrarse en todo su esplendor y de sorprenderte con algo más bello de lo que habías imaginado.
Por otro, la influencia de todos los factores externos y que no está en nuestra mano controlar. No podemos controlar el clima, no podemos controlar cuánta agua absorbe nuestro pincel o nuestro papel, pero si los conocemos, podremos sacar el mejor partido posible de ellos. De la misma manera, nuestra horquilla de acción en la vida es pequeña, hay multitud de factores sobre los que no podemos influir por más que nos empeñemos, pero si conocemos nuestras circunstancias vitales, sociales, personales, podremos sacar mucho más provecho a ese pequeño rango de acción que si está en nuestras manos. Podremos usarlas a nuestro favor, en lugar de pelear contra ellas. Pero hace falta autoconocimiento, honestidad, aceptación y valentía. Cositas que a mí, personalmente, me han ayudado mucho a trabajar el yoga y la escritura.
Por último, no debemos olvidar la importancia de saber esperar. “La paciencia es la madre de la ciencia”, decía mi bisabuela, ¡y yo no sabía ver cuánta razón tenía! Pero ahora lo entiendo perfectamente. En estos tiempos modernos, donde estamos acostumbrados a la inmediatez y a la gratificación instantánea, hemos perdido esta virtud. Lo queremos todo y lo queremos ya. Pero la vida no funciona así. A veces, hay que hacer tu parte, parar y esperar. A veces, las cosas necesitan de un tiempo para empezar a mostrar resultados y hay que confiar en que llegarán a su ritmo y no al tuyo ni al de este mundo acelerado. Y eso se aprende con la acuarela: el color se transforma desde que lo aplicas hasta que seca y tienes que ejercitar la paciencia y la confianza en que lo que has hecho acabará dando un resultado similar al esperado aunque ahora no lo parezca.
En resumen: te recomiendo probar la acuarela ;p.
Y ejercitar la paciencia.
También practicar yoga.
En este último puedo ayudarte. Si quieres iniciarte en el yoga y las clases grupales no te convencen, estoy ofreciendo clases particulares online o presenciales. Escríbeme y te cuento.
Si eres más de clases grupales, a final de mes iniciaré una prueba de clases grupales online. Te daré fechas y más información en mi próxima carta.
Ahora que ya soy oficialmente profesora certificada de Anusara Yoga no puedo esperar a compartir con la mayor cantidad de gente posible este método que tanto me lleva dado y que me tiene enamorada.
Te deseo un fin de semana estupendo. Para mí hoy es lunes, pero sé que para la mayoría es jueves.
¡Te abrazo fuerte!
Alba.
Disfruta leyéndote.
Tus palabras brotan,te leo y es como escuchar mis pensamientos y pasarlos a tinta sobre papel...momentos,reflexiones,lucidez,emociones...un batiburrillo bonito el del pensamiento y la palabra.
Gracias Alba por compartir tus virtudes..